Por Betina Bonnin, Deportsta, Capacitadora y Divulgadora de la Vida Saludable. C. del Uruguay, Entre Ríos.
Nuestro cerebro necesita 21 días para realizar las conexiones neuronales que forjan un hábito. La misma cantidad de días para un hábito beneficioso que para uno que no. ¿Y si en esta cuarentena establecemos el hábito de dejar que las excusas manejen nuestra vida? ¿Y si decidimos que los premios por estar “encerrados” tanto tiempo sean hábitos positivos?
Levantarse despacio, más temprano para ver el amanecer. Preparar y disfrutar un desayuno nutritivo, tomando el tiempo necesario. Aprender sobre cosas que nos gustan, mirando y escuchando charlas en la tele o el celular. Cocinar en forma consciente, haciendo esas comidas que requieren de tiempo y disposición. Dormir en forma ordenada, estable, teniendo por ello un descanso más reparador. Organizar nuestro hogar para poder desprendernos de lo que no usamos pero seguramente le servirá a otro.
Cada uno podrá imaginar sus rituales, rutinas, actividades que le generarán dopamina, y les permitirá sentir gratificación. Los niveles de esta hormona mejoran no solo al ser más productivos sino al serlo con objetivos reales que repercutan sobre nuestra felicidad. Tiene más que ver con la motivación y la relación costo-beneficio que con el placer en sí. Y por eso se dispara tanto cuando uno da el primer paso rumbo a un objetivo como cuando lo cumple.
No usemos la cuarentena como excusa para dormir más, comer más, mirar más tele o cualquier otro hábito que no nos hace plenos. Seamos conscientes, aprovechemos para ser más saludables, tener más conocimientos, hacer más práctica de lo que me gusta, lograr más disciplina. Que cuando podamos retomar nuestro ritmo normal, los sentimientos hacia este tiempo sean de alegría, de crecimiento, de progreso.