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Algunas reflexiones para profesores y entrenadores deportivos

Gervasio Diaz CastelliLa existencia humana es muy compleja y está llena de contradicciones. Psicológicamente hablando, mejorar, evolucionar hacia un mejor vivir es – en definitiva-  ir eliminando esas contradicciones que nos agotan  y desgastan. Somos una lucha de fuerzas: una parte nuestra empuja a la salud mental y física. Y  otra que atenta, sistemáticamente, contra todas esas cosas que nos hacen bien y que son objetivamente positivas.

Sostener situaciones  o hábitos que  hacen mal y que nos destruyen ¡eso lo hacemos con total naturalidad y constancia! Podemos poner como ejemplo el tabaquismo, en sedentarismo,  todas las adicciones en general, los vínculos que nos dañan; a todas esas cosas las sostenemos metódicamente. Podemos defender conductas autodestructivas de sol a sol. Pero mantener cosas que son positivas para nosotros mismos…eso se nos hace difícil… ¿qué paradoja verdad?

Si de  niños  amábamos correr, jugar a la pelota, trepar los arboles,  o explorar las montañas y, de adultos, nos decidimos a empezar a hacer de vuelta esas actividades… arrancamos…pero una tendencia interna nos empuja a dejar eso que nos gusta y  deseamos. ¿De chicos hacíamos atletismo? ¿Éramos niños felices haciendo eso? Bien: de grandes comenzamos a hacerlo de vuelta…pero nuestro enemigo interno nos empuja a dejar y abandonar eso que disfrutamos. Puedo poner decenas de ejemplos. Pero más allá de que sostener  las pasiones y  los deseos es  difícil – pues saboteamos esas pasiones- también hay otra variable: que es el de meter en “eso que nos gusta y  deseamos”  elementos destructivos.



Eso, en el mundo del deporte, y más en particular en los deportes de aventura, se ve mucho. Así, algo que arranca desde un lugar sano y productivo  para nuestra vida…lo vamos degradando, vamos haciendo de esa actividad algo que termina siendo negativo. Es así que muchas personas comienzan a obsesionarse con determinadas prácticas deportivas. Empiezan a acoplar la ansiedad y las conductas impulsivas y de imprudencia al entrenamiento y a la actividad, no se respetan los tiempos del cuerpo…se empiezan a subestimar los peligros… y arrancan los problemas.

Yo creo que parte de   estar “bien entrenado” es poder identificar esas tendencias y canalizarlas, diluirlas y así no contaminar la actividad con lo peor de nosotros. De alguna manera, es este contexto, lo que empezó siendo algo sano, termina derivando  en algo ya no tan sano. Lo he visto, lo veo con decenas  pacientes y compañeros de andanzas deportivas y de aventura. Arrancan a hacer un  deporte, pero lo hacen sin tener en cuenta los tiempos del cuerpo. O comienzan  tranquilos, pero -al poco tiempo- se confían…y…problemas: lesiones, accidentes, exceso de euforia y el inevitable “parate” de la actividad con la depresión que esto conlleva. La vez pasada conversaba con un paciente – paciente con una fuerte tendencia obsesiva- y él me decía: “pensar que esto nació como algo que disfrutaba, y ahora es todo presión para las carreras, nervios, obligarme a entrenar…la verdad, ya no lo disfruta tanto”.

La desmedida exigencia interna había sepultado la pasión ¿les suena esto que les cuento? A muchos de ustedes, en mayor o menor medida, seguro que sí.  Otro paciente comentaba: “yo sabía que estaba pasado de rosca…pero no escuché las alarmas, como usted dice, por eso me lesioné, ahora tengo que estar parado 2 meses, ni nadar me dejan”. Los ideales no existen, son “ideas”, no están en el mundo concreto, no son practicables, no se pueden alcanzar. Podemos tocarlos por momentos, y sentirnos completos, plenos;  pero esos momentos se esfuman, y por suerte que es así. Sentirnos en falta, perseguir objetivos y ciertos ideales,  es lo que nos motoriza y empuja a hacer cosas, a sostener las pasiones. Pero ojo: los ideales, pueden transformarse en tiranos, en donde es “eso ideal” o todo lo que no sea “eso”…es nada. O conquisto tal cumbre, o quedo atrapado en la mayor frustración. O hago en tal tiempo una carrera, o me toma el vacio. O simplemente  gente que termina atrapada en hacer deportes cada vez más extremos y riesgosos para escapar de la monotonía de su vida…jugándosela.

Entre todos tenemos que luchar para que los deportes y la vida de aventura en contacto con la naturaleza, sigan siendo  espacios de salud y bienestar. Cierta vez, en el segundo tramo del famoso  “Cruce de los Andes”, me detuve a mitad de camino; allí, en medio de la cordillera, rodeado de volcanes…en la soledad del paisaje y el sonido del viento…y me dije – más bien sentí- que “estaba pleno”. Yo estaba tocando un ideal…pero – queridos lectores- mi disfrute era casi el mismo que experimento cada día cuando salgo a entrenar con mis compañeros del grupo de corredores. Ese es el secreto, quien logra disfrutar del camino, disfruta del objetivo cumplido.  Me despido hasta la próxima sesión.

Facebook: Gervasio Diaz Castelli
Psicólogo MatrÍcula: 37715

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