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Buscando al gigante

Cuento deportivo, con una pizca de misterio.

Abelardo y Eloísa son dos jóvenes exploradores y cazadores, que en esta aventura querían hallar y observar, aunque sea, de lejos al gigante de blanca melena. Pero para ello debían realizar un largo viaje hasta la provincia de Neuquén, atravesando llanuras y desiertos, para llegar al sitio donde se refugia el gigante.

Eloísa es una adolescente de ojos verdes como las olivas y cabellera rubia con algunos reflejos naturales, alta y un cuerpo con delicadas curvas. Eloísa es muy risueña, tiene una sonrisa que adorna sus gestos permanentemente, es una exploradora incansable, su mochila y sus herramientas de captura están siempre listas para emprender una nueva aventura.

Abelardo es un joven un poco mayor que su amada compañera, es alto con un cuerpo delgado y algo atlético, ojos marrones, su cabello fue invadido prematuramente por algunas canas, de carácter un poco más serio, pero que Eloísa se encarga de robarle algunas sonrisas con sus pequeñas travesuras. Por ejemplo cada tanto ella le anuda los cordones de sus zapatillas sin que él se entere, y en ese renegón de desatar la galleta de los cordones ambos se divierten mucho.

Buscando al gigantePara su viaje les quedaban por delante 1600 km de ruta, con tantos kilómetros por delante, ambos compartieron varias rondas de mate, charlas de profundos contenidos, y mucha música. La ruta tiene sus misterios, los primeros 700 km estaban plagados de inmensos campos de soja y con algo de ganado, algo de tormenta y lluvia, decorada por relámpagos y rayos que adornaban el firmamento más la incertidumbre de si caería granizo. Una vez que ingresaron al territorio de los Ranqueles por la ruta del desierto, este es un lugar donde reside una peligrosa “sirena del desierto”, que ataca solo a los conductores…se llama Somnolencia… ellos transitaban por una ruta casi recta donde solo se ve cielo, arena y camino. Entonces Eloísa hace uso de uno de sus brebajes para neutralizar a “Somnolencia”, invocando a los espíritus del norte argentino y prepara unos mates amargos.

Para llegar hasta la morada del gigante los expedicionarios deberían pasar por un par de duras pruebas de fortaleza física y espiritual, para ello tenían como destino final la ciudad de San Martin de los Andes, fue en el mes abril de 2016. Pero antes de llegar, debieron transitar territorio de bestias de metal que con un constante movimiento perforan y extraen de la tierra el oro negro, luego ingresaron al territorio de los dinosaurios y unos kilómetros mas adelante la cordillera hace sus primeras presentaciones mostrando a lo lejos algunos de sus picos.
Una vez que llegaron a destino, se instalaron en su hotel, y comenzaron los preparativos. Primero acomodaron el equipo de exploración y captura; segundo planificaron como encarar las duras pruebas de iniciación antes de realizar el ataque final –la morada del Gigante- para ello Eloísa que es una experta en estrellas y energías del universo le dice a Abelardo,

-Abi ¡como estamos en territorio de gigantes, y para evitar su enojo debemos primero pedir permiso a los Dioses de la montaña para recorrer su territorio, para ello deberíamos ir a una reserva Mapuche e invocar a los dioses y cargarnos con la energía del universo!
Responde Abelardo
-Elo, ¡entonces deberíamos ir a la reserva de Quilla Quina y junto a la costa del lago Lacar pedir permiso a los dioses!

Ambos descansaron bien esa noche previa, y al otro día luego de un buen desayuno, y con un par de bicis alquiladas encararon el duro desafío hasta la reserva Mapuche, recorrieron caminos de asfalto y ripio, pero lo más desafiante son las eternas subidas que se compensan con unas rápidas bajadas, una vez que llegaron a destino, y a la orilla del lago Lacar comenzaron el rito de solicitar permiso, para que la energía del universo los acompañe en esta búsqueda desafiante, se colocaron en el suelo pedregoso, en posición de medio loto (postura de yoga) y por unos minutos en silencio, sincronizaron sus cuerpos con la energía estelar. Cumplieron esta etapa; ahora debían encarar el regreso a su hotel, pero la vuelta fue más dura aun, las trepadas fueron muy pronunciadas, por delante les quedaban unas 3 horas de pedaleo, que debían hacerlo con mucha fuerza y hasta en algunas subidas tuvieron que bajarse de la bici. Pero los corazones de estos jóvenes estaban plenos y alegres por la conexión lograda con los dioses y la naturaleza energética.

La primera prueba se logro con éxito, porque ellos pudieron conectarse con la naturaleza y no invadirla.
Quedaba la segunda prueba, consistía en un evento deportivo competitivo, Patagonia Run, Eloísa correría 12 km y Abelardo 42 km, que para poder llegar hasta la morada del gigante ambos deberían llevar consigo las medallas de finisher, o sea que deberían completar cada uno sus distancias requeridas y así las medallas serian las llaves para ingresar a la casa del gigante de cabellera blanca.

En San Martin de los Andes previo a la carrera todo fue una fiesta, corredores de varios lugares de la argentina y de países limítrofes recorrían sus calles.

Ellos en el hotel prepararon todo lo necesario para la carrera, esa noche cenaron y se acostaron temprano, al otro día madrugaron. La organización de Patagonia Run llevaba a cada corredor en un transfer hasta la zona de largada.
Abelardo salió primero ya que su distancia iniciaba a las 07.00 am y Eloísa, después porque largaba a las 11:00 am. Se despidieron fundiéndose con un fuerte abrazo y beso que energizo sus corazones.

El recorrido fue por hermosos bosques, montañas, lagos, caminos, duras subidas o trepadas y desafiantes bajadas. Para ambos fue una experiencia inolvidable. Luego de completar cada uno de sus recorridos, llegaron a la meta cansados pero felices, lograron las medallas de finalista. Abelardo consiguió un bono extra, clasifico tercero en su categoría, una medalla más.

Festejaron con alegría el haber cumplido exitosamente con ambas pruebas, donde desafiaron el cuerpo, la mente y el corazón de cada uno.

Ahora Eloísa y Abelardo con sus medallas-llaves podrían acceder al portal del gigante con su blanca cabellera. Luego de un merecido descanso, al otro día, prepararon su ropa, mochila y la máquina de captura. Para ello se dirigieron hasta el lago Huechulafquen, era un día nublado y con un intenso y frio viento del sur que hacia volar restos de ceniza volcánica creando un ambiente de niebla y misterio. Apenas a lo lejos se podían distinguir las siluetas. Una ráfaga de viento limpio el aire, despejando la bruma, y al fin los chicos pudieron verlo a él en primer plano. Eloísa creyó divisar a lo lejos al gigante de piedra con su blanca cabellera, entonces rápidamente desenfundo su arma de captura y cuando la bruma se despejo, comienzo a disparar frenéticamente su máquina de fotos, ¡Si! dijo Eloísa ¡Lo tengo!
¡Lo capture!
Comento además, ¡tengo muchas fotos!
En ese instante Eloísa y Abelardo quedaron inmovilizados, el único sonido que se escuchaba era el ruido del viento y percibiendo una hermosa sensación de paz, ya que con profundo respeto y admiración habían podido llegar a visitar la morada del gigante de blanca cabellera.
Majestuoso, imponente, dominante en su territorio, icónico para toda la provincia del Neuquén. El Volcán Lanin es un gigante de 3776 msnm, coronado por glaciares eternos, que todo lo domina a más de 200 km a la redonda, y que a pesar del calentamiento global se resiste a perder su helada cabellera. Lanin en lengua Mapuche significa “roca muerta”

Eloísa y Abelardo estaban emocionados por haber realizado este desafiante y emotivo encuentro, en una tierra que invita a soñar y que debemos cuidar.

Fue una reunión sagrada donde se fundieron en un solo abrazo la madre tierra, el universo y el amor de Eloísa y Abelardo.
Héctor Darío Abeiro
darioabe@gmail.com
La Plata, 2016.

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